Por: Roberto Anrique, experto inmobiliario y CEO de Breal.
En cifras recientes se ha dicho que la tasa de ocupación de propiedades en arriendo alcanzó su nivel más alto desde 2022, casi el 98%. Esto tiene dobles lecturas, la necesidad de independencia de las generaciones nuevas, pero también la imposibilidad actual de adquirir una propiedad.
En este contexto, es que el arriendo es la única posibilidad actual para tener un hogar, uno que durante este año ha aumentado su valor casi en un 18%, jugando con ilusiones y apretando los bolsillos de miles de familias. Más aún, considerando que las personas pagan cerca del 30% o más de sus ingresos en la propiedad, siendo uno de los gastos de primera necesidad más elevados.
Y es aquí donde la satisfacción de este servicio es deficiente; se estima que el 61% de los arrendatarios no están felices o conformes respecto del valor del arriendo con el servicio entregado. Esta situación deja en jaque a muchas familias y entrega una responsabilidad mayor a los administradores o propietarios de los inmuebles.
Lamentablemente, nos olvidamos de que el pago por una vivienda es un servicio, al igual que una casa comercial, apps o servicios en general, los cuales velan por el cuidado de sus clientes. En este caso, la situación es media adversa; el arrendatario no suele recibir un tratado de cliente y no necesariamente se debe a que el administrador no quiera, sino que a veces, no cuenta con herramientas necesarias para ello.
La industria debe dar un salto de calidad y estandarización de servicio al cliente o, en este caso, de servicio al arrendatario; los buenos hay que cuidarlos y entregarles respuestas oportunas para que estas cifras de ocupación se sigan manteniendo, pero con índices de felicidad mayor.
Por lo todo lo anterior, se deben encontrar fórmulas que puedan dirigir en la dirección correcta, unificando contratos, documentos, renovaciones, requerimientos y pagos en un solo sistema; ofreciendo trazabilidad y respuestas oportunas. La tecnología, bien aplicada, tiene el potencial de transformar la experiencia del arriendo, mejorar la retención y reducir la vacancia al proporcionar un servicio más digno y eficiente.
No olvidemos que este mercado necesita de ambas partes, de disponibilidad de inmuebles, pero también de personas que puedan y necesiten arrendar. Como parte de la industria, tenemos una gran responsabilidad, ya que el sueño de la casa propia queda en el pasado, pero podemos y debemos mejorar la calidad de quienes viven arrendando.
