“Es fundamental generar espacios públicos pertinentes y activos como una de las medidas para avanzar hacia barrios más seguros y cohesionados”, sostienen expertos en urbanismo.
Por: Leonardo Núñez
Las últimas cifras sobre delincuencia y crímenes nos mantienen alertas. Aunque el Informe Nacional de Víctimas de Homicidios Consumados, elaborado por la Subsecretaría de Prevención del Delito, da cuenta de que la capital es la única región del país en la cual no suben ni bajan los homicidios, tanto en frecuencia como en tasa por cada cien mil habitantes, el 2023 reportó la mayor cantidad de víctimas asesinadas en la región desde el 2020.
En base a la cantidad numérica de hechos, este listado lo encabezan las comunas de Santiago con 66 asesinatos, Puente Alto (35) y San Bernardo (34). Más atrás, están Maipú (28) y La Pintana (26), Recoleta (24) y Estación Central con 21 víctimas.
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Frente a este escenario, el debate es dominado por posturas que llaman a endurecer las sanciones punitivas. Pero poco se habla de soluciones desde el punto de vista del urbanismo. Expertos del tema sostienen, en base a diversos análisis documentados, que una alternativa para bajar los índices de delincuencia está en la propia ciudad. Y las áreas verdes, como plazas y parques, cumplen un rol determinante.
Un estudio del centro de investigación J-PAL acerca de los resultados de proyectos de recuperación participativa de áreas verdes de Fundación Mi Parque, por ejemplo, mostró que estas intervenciones aumentan el uso de la plaza, mejoran su mantención y disminuyen la percepción de inseguridad.
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Sitios eriazos, oscuros, con escombros o basura, pueden pasar de ser focos de delincuencia a transformarse en puntos de encuentro y apropiación de sus comunidades. Según esta investigación, estas intervenciones disminuyeron alrededor de 10% la percepción vecinal de la frecuencia con la que ocurren delitos en las plazas intervenidas (peleas y balazos, robos y asaltos, vandalismo y consumo de alcohol y drogas). Además, el uso de las plazas renovadas aumentó en un 55% por parte de niños y niñas menores de 12 años.
“Es fundamental generar espacios públicos pertinentes y activos como una de las medidas para avanzar hacia barrios más seguros y cohesionados. Para ello, es esencial que vecinas y vecinos sean protagonistas del diseño de estos espacios, a través de procesos participativos que incorporen el conocimiento de las comunidades en relación a sus necesidades, deseos e identidad, y que estén enfocados en promover el uso inclusivo de las plazas”, señala a “El Diario Inmobiliario”, Alena Collado Alsina, directora de Estudios y Desarrollo de Fundación Mi Parque.
“Generar procesos participativos donde vecinas y vecinos puedan incidir de forma real en su entorno, promueve, a su vez, redes y empoderamiento en las comunidades, elementos esenciales para asegurar el cuidado, la apropiación y el uso de los espacios públicos, lo cual deriva en intervenciones sostenibles en el tiempo”, agrega.
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Brian Guevara, ingeniero Forestal de la Universidad de Chile y experto en reforestación nativa urbana, agrega que se ha demostrado que crear zonas verdes en algunas ciudades de Estados Unidos tiene un impacto en la disminución de delitos. National Geographic da cuenta que una revisión de 45 estudios sobre el tema muestra que “la presencia de espacios verdes, como parques y árboles, reduce la delincuencia en las zonas urbanas. En Filadelfia, los investigadores hallaron una relación entre la plantación de césped y árboles y los asaltos con armas de fuego” (link: https://l1nq.com/w5Iz3).
Jadille Mussa, Académica de Arquitectura del Paisaje, de la Universidad Central, agrega que en la década de 2010 se registraba en Michigan gran cantidad de crímenes violentos, que coincidió con periodos de sequía. “Gracias a proyectos municipales para crear zonas verdes comunitarias, en 10 años en esta ciudad, pasaron de más de 2 mil 700 delitos violentos al año, a poco más de 980 delitos violentos”.
“Es necesario articular un nuevo modelo de gobernanza para estructurar un sistema de infraestructura verde, que sea capaz de responder a la compleja realidad de Santiago y que permita avanzar hacia una visión de ciudad centrada en el bien común y el desarrollo sustentable”, expresa al respecto Paola Velásquez, profesora de la U. de Chile.
