La gravedad de la emergencia volvió a revelar la debilidad de la infraestructura eléctrica que enfrenta nuestro país y que, por diversos motivos, tanto políticos como de regulación, lleva años sin solucionarse.
Por Leonardo Núñez
“¿Alguien sabe qué pasó?”, era la pregunta frecuente en medio del apagón que afectó a más de 19 millones de personas entre las regiones de Arica y Los Lagos. El corte masivo que se gatilló a las 15:16 horas no sólo dejó sin suministro eléctrico a los hogares, transporte público y semáforos.
También convirtió a los celulares en elementos casi inútiles, que al no poder recibir señal de wifi, tampoco permitían recibir información de emergencia o comunicarse por medio de redes sociales. Por varios horas se vivió un retorno al mundo analógico. En barrios históricos de Santiago centro se pudo observar a personas que volvían a sacar su radios a pilas para poder escuchar las noticias.
¿Pero qué pasó? Las explicaciones empezaron a llegar pasadas las 16:00 horas. La caída del sistema se debió a una falla en la Línea de Transmisión Eléctrica Nueva Maitencillo-Nueva Pan de Azúcar, entre Vallenar y Coquimbo en el Norte Chico, que pertenece a la empresa ISA Interchile S.A. (filial de ISA Energía, controlada por el Grupo Ecopetrol de Colombia).
La gravedad de la emergencia, que provocó que el Gobierno decretara estado de excepción por catástrofe, volvió a revelar la debilidad de la infraestructura eléctrica que enfrenta nuestro país y que, por diversos motivos, tanto políticos como de regulación, lleva años sin solucionarse.
Esto quedó patente con la explicación que entregó Juan Carlos Almedo, presidente del Consejo Directivo del Coordinador Eléctrico Nacional. El ejecutivo señaló que hubo retrasos en la recuperación del servicio, el que se intentó reponer con varios intentos infructuosos debido a las “fallas en las instalaciones de las empresas propietarias de algunas centrales generadoras y transmisoras del país”.
Paradójicamente, el apagón de este martes pudo haberse evitado si hubiese estado en operaciones la postergada línea Kimal-Lo Aguirre. “En 2020, el Ministerio de Energía y los expertos anticipaban que, entre más tarde se desarrollara este proyecto, mayor sería el efecto de congestiones de transmisión, en particular en la línea 500 kV Nueva Pan de Azúcar-Polpaico. A esas alturas se esperaba que la iniciativa empezara su construcción en enero de 2022”, según recuerda el medio “Ex-Ante”.
Esta obra de infraestructura, que se adjudicó el consorcio Conexión Energía, aún está en su etapa de evaluación ambiental, la que comenzó en octubre de 2023, cuando ingresó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). A la fecha suma más de 2.600 observaciones, tanto del SEIA como de las que provienen de la ciudadanía.
“En diciembre del año pasado la empresa dio a conocer que requerirá de unos 4.941 permisos sectoriales para poder construir el proyecto. Se estima -dada las características del proyecto- que la gran mayoría de estas autorizaciones tengan relación con organismos públicos como la Conaf, el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) y la Dirección General de Aguas (DGA)”, indicó el medio.
Por lo tanto, no es posible garantizar que no vuelvan a producirse “apagones” mientras no se concrete la infraestructura que, hace años, requiere el país. En ese sentido, Javier Tapia, director ejecutivo de la Asociación de Transmisoras de Chile, fue concluyente en su declaraciones a la prensa esta mañana: “Necesitamos sobreinvertir un poquito más en esto y eso es algo que depende de lo que el Estado decida. Estamos dependiendo de una gran carretera, estamos dependiendo de líneas que no dan el abasto para la cantidad de energía que tienen que transportar”.
Diputados de distintas bancadas anunciaron que solicitarán una comisión investigadora ante la falla masiva, junto con confirmar que citarán al ministro de Energía al Congreso para que explique las causas del apagón.