No es solo una cuestión estética, los principios de este campo puede tener un impacto en la calidad de vida de las personas.
Por Leonardo Nuñez
El tránsito de las ciudades hacia la sustentabilidad y una relación más amistosa con el medio ambiente, también son factores que ha alcanzado el hogar y los espacios comunes. Hoy las personas buscan ambientes con una presencia de la naturaleza más allá de la mera decoración.
En ese sentido, la neuroarquitectura es uno de los campos que más a avanzando en esta materia, al combinar principios de la neurociencia con el diseño arquitectónico para crear espacios que mejoren el bienestar y la salud mental de las personas.
El uso de plantas y elementos naturales dentro de los espacios construidos –un concepto también conocido como biofilia–, no solo mejoran la estética, sino que también tienen numerosos beneficios psicológicos y fisiológicos comprobados, de acuerdo a los especialistas que han estudiado el tema.
Brian Guevara, ingeniero forestal de Universidad de Chile, señala a “El Diario Inmobiliario” que “son varios los beneficios que entregan las plantas en los hogares como, por ejemplo, la reducción de estrés, la conexión con la naturaleza y la sensación de bienestar”.
Esta tendencia, agrega, es una demanda que ya se ve en el mercado del paisajismo y de la ambientación al interior y exterior de las viviendas, tanto en el mundo público como privado.
“Aunque los municipios se encargan de lo exterior a la propiedad, es decir lo público, no dejan de darle importancia, ya que los beneficios que nos entregan las plantas son casi los mismos tanto fuera como dentro de la propiedad. Esto, por sus beneficios para la salud y el rol que cumplen en la sociabilidad e incluso en la disminución del delito”, explica Guevara, quien desempeña funciones en una empresa de arbolado urbano.
Entre los beneficios de las plantas en espacios arquitectónicos se pueden destacar los siguientes aspectos, de acuerdo a los principios de la Neuroarquitectura:
Estimulación sensorial: Las plantas proporcionan estímulos visuales, olfativos y táctiles que pueden enriquecer la experiencia sensorial de los ocupantes de un espacio.
Entornos Restaurativos: La teoría de la Restauración de la Atención (Attention Restoration Theory) sugiere que los entornos naturales ayudan a restaurar la capacidad de atención y a reducir la fatiga mental. Incorporar plantas en el diseño arquitectónico puede contribuir a crear estos entornos restaurativos.
Variedad y complejidad: Un principio clave de la neuroarquitectura es la creación de entornos que ofrezcan variedad y complejidad sin ser abrumadores. Las plantas, con sus formas, colores y texturas diversas, pueden añadir estos elementos a un espacio.
Equilibrio entre espacios abiertos y cerrados: Las plantas pueden ser utilizadas para definir y separar espacios sin la necesidad de paredes sólidas, manteniendo un equilibrio entre áreas abiertas y cerradas que favorece el bienestar psicológico.
Actualmente, estos principios están presentes en distintos sectores del desarrollo inmobiliario y el levantamiento de infraestructura. En las oficinas es frecuente la incorporación de jardines verticales, plantas en macetas y espacios verdes para mejorar el ambiente laboral y el bienestar de los empleados.
En el caso de hospitales, los espacios verdes y jardines terapéuticos pueden acelerar la recuperación de los pacientes y mejorar su estado anímico. En las escuelas, la presencia de plantas en aulas y espacios comunes mejoran la concentración y el rendimiento académico de los estudiantes.
“El uso de plantas en la arquitectura no es solo una cuestión estética, sino una estrategia fundamentada en principios neurocientíficos que busca mejorar la calidad de vida de las personas”, finaliza Brian Guevara.