Por: Andrea Díaz, Business Manager Cono Sur Best Place to Live y Directora Mujeres Inmobiliarias.
He tenido la oportunidad de recorrer y observar de cerca distintos mercados inmobiliarios en Latinoamérica, y me impacta profundamente que algunos países parecen venir del futuro. Un futuro que nos muestra, sin filtro, lo que ocurre cuando las decisiones políticas equivocadas paralizan la industria, frenan la inversión y transforman el acceso a la vivienda en un sueño cada vez más lejano.
En Argentina, por ejemplo, el déficit habitacional ya supera los 3,2 millones de viviendas, y según Huella del Sur, ha crecido más de un 20% en la última década. La inestabilidad, la inflación y la falta de reglas claras han dejado a miles de familias fuera del sistema.
En Bolivia, un estudio de Fundación Jubileo indica que el acceso a la vivienda se ha vuelto un 15% más difícil en los últimos años, producto de trabas económicas y falta de incentivos concretos. En ambos casos, la vivienda se transforma en una carrera de obstáculos.
Sin embargo, también he visto señales potentes de mejora. Es el caso de Perú, donde las políticas de subsidio bien diseñadas y una nueva regulación que exige viviendas sociales de al menos 40 m², han logrado aumentar en un 12% la accesibilidad, según el Ministerio de Vivienda.
Lo mismos en Ecuador, donde el déficit habitacional se redujo un 8% en los últimos años, gracias a ajustes normativos y trabajo conjunto entre Estado y privados. Panamá y Uruguay han fortalecido la confianza en el mercado con subsidios al crédito, mejora en los estándares constructivos y una institucionalidad que promueve estabilidad a largo plazo.
Entonces: ¿Qué pasa en Chile? Sí, tenemos una industria madura, con buenas prácticas y experiencia, pero eso no significa que estemos libres de que se estanque. No hacer las cosas o tomar decisiones sin diálogo nos puede costar caro. No basta con mirar los datos desde el escritorio, hay que escuchar a quienes están en terreno, desde las inmobiliarias y constructoras, hasta las familias que todavía esperan su casa.
Estamos ad portas de un nuevo ciclo electoral y hay que poner atención. Hoy más que nunca, necesitamos líderes que comprendan el impacto directo que tiene el crecimiento económico en el acceso a la vivienda. Un país que crece genera empleo y capacidad real de proyectar un hogar. Disminuir el déficit habitacional no se logra solo con subsidios, se logra con planificación e inversión, con reglas claras y con gobiernos que acompañen el desarrollo.
La decisión está en nuestras manos. Que no se nos olvide que elegir autoridades es también elegir el tipo de país que queremos construir. Uno que avance, que escuche y que entienda que detrás de cada casa, hay una familia esperando. Aprender del futuro que ya viven otros mercados nos da la oportunidad de fortalecer nuestro presente. Y lo que está en juego no es solo construir más, sino construir mejor, con visión, responsabilidad y sentido de país.
