
Por: Iván Chomer, CEO de Dividenz.
Durante años, las mejores herramientas para proteger y hacer crecer el capital estuvieron reservadas a quienes contaban con grandes patrimonios: fondos de inversión privados, productos complejos o cuentas bancarias en el exterior. Frente a ese escenario, la alternativa, muchas veces, era dejar el dinero quieto, guardado en cuentas corrientes sin interés o incluso “debajo del colchón”, perdiendo valor día a día.
Es más, opciones más simples y accesibles en dólares como las cuentas remuneradas, prácticamente no existían o estaban fuera del radar de la mayoría de los inversionistas locales. Hoy con la tecnología, la digitalización financiera y una nueva cultura de inversión, se ampliaron las oportunidades y transformaron el perfil del inversionista chileno.
El paradigma se modificó y las nuevas generaciones prefieren plataformas digitales que permiten operar desde un mismo lugar, con información clara, sin comisiones ocultas y con la agilidad de decidir en tiempo real. En este nuevo ecosistema, destinar el capital a cuentas remuneradas en dólares se posiciona como una alternativa inteligente y flexible.
De hecho, esta fórmula permiten generar intereses diarios y, en muchos casos, ofrecen liquidez total, es decir, la posibilidad de disponer del capital en cualquier momento. A diferencia de depósitos a plazo o fondos tradicionales, brindan mayor agilidad para ajustar la estrategia sin inmovilizar el dinero por largos períodos.
Estas soluciones funcionan como puerta de entrada al mundo de las inversiones. Para muchos usuarios, representan una herramienta simple para generar rendimientos en dólares sin exigir conocimientos técnicos, que ofrece algo clave en tiempos de incertidumbre: contar con el dinero cuando realmente se lo necesita.
Otro punto relevante es que algunas cuentas están respaldadas en mercados estables como el Real Estate de EE.UU., el cual ha mostrado históricamente rendimientos sólidos incluso en contextos adversos. Poder acceder digitalmente desde Chile a instrumentos de inversión respaldados por estos activos, abre la puerta a mercados antes reservados solo a grandes capitales o a quienes podían trasladarse a esos centros financieros.
Este acceso refleja un cambio de mentalidad: ya no se trata solo de “ahorrar” en dólares, sino de poner ese capital a trabajar todos los días. Las cuentas remuneradas no son en sí mismas la libertad financiera, pero sí un punto de partida accesible para construirla. Porque hoy, más que nunca, el dinero que no se mueve se pierde.