Por: Cristián Martínez, fundador de Crece Inmobiliario, Ingeniero Comercial, Magister en Administración de Empresas de IEDE y Master de Administración de Empresas en la Universidad de LLeida
Nacido con mucha fuerza en París, el concepto de “Ciudad a 15 minutos” se configura como una revolución urbana que apunta a redefinir la forma en la que se concibe la inversión inmobiliaria. Estableciendo entornos más sustentables y descentralizados, este modelo urbano busca que las personas puedan acceder, en un máximo de 15 minutos y ya sea caminando o en bicicleta, a su trabajo, colegios y todas sus necesidades diarias: salud, educación, comercio, esparcimiento y cultura.
Esta modificación es más que una simple reorganización del espacio, es una transformación en los patrones de inversión inmobiliaria, donde la demanda se está desplazando hacia zonas que anteriormente considerábamos periféricas, pero que hoy, operan bajo una lógica de autosuficiencia. Es en este contexto donde las inmobiliarias están adaptando sus propuestas de inversión, desarrollando verdaderos polos urbanos que sean atractivos bajo este nuevo paradigma.
A nivel del mercado el impacto es significativo: son cada vez más las personas que buscan arriendos en zonas bien conectadas que mejoran la calidad de vida, como una respuesta natural a una sociedad que busca reducir la dependencia del automóvil y ganar tiempo de calidad con la familia, eliminando esos traslados innecesarios que consumen horas preciosas del día.
En Chile, comunas como Ñuñoa, con sus múltiples líneas de metro, colegios, universidades, centros médicos, parques y comercio, operan bajo esta lógica. De igual forma, Providencia, San Miguel, La Reina y el sector oriente con el barrio El Golf, también se alinean con esta tendencia. En regiones, zonas como San Pedro de la Paz en Concepción, el barrio inglés de La Serena, y Viña del Mar, están adoptando este modelo.
Desarrollos urbanos emblemáticos como el Parque Bicentenario, Ciudad del Este en Huechuraba, y el uso mixto del loteo de Enea en Pudahuel, demuestran que este no es solo un concepto teórico, sino una realidad que se expande a diario. Estos proyectos están creando ecosistemas urbanos completos que incluyen áreas verdes, siendo esto un factor clave al aumentar el valor y también la demanda de vivir en estos lugares.
En Chile este modelo no es nuevo, ya que antaño existían barrios autosustentables que nacían a través de cooperativas, como el barrio Yungay o la Ciudad Satélite de Maipú. La diferencia es que ahora lo hacemos con una planificación más sofisticada y con una clara intención de mejorar la calidad de vida mediante la proximidad y la sustentabilidad.
Para que este concepto sea exitoso y sustentable en el tiempo, la colaboración público privada es fundamental, dado que no puede tratarse solo de iniciativas aisladas desde las inmobiliarias, sino que se requiere de una planificación conjunta donde confluyan esfuerzos para impulsar servicios públicos, como llegada de transporte, y también privados, con la llegada de supermercados, sucursales bancarias, y comercio en general.
No se trata solo de construir viviendas, sino de crear comunidades integrales que respondan a las nuevas demandas de calidad de vida. Las oportunidades están en esas zonas periféricas que pueden transformarse en nuevos polos de desarrollo, siempre y cuando se planifiquen con la infraestructura y servicios necesarios para su auto sustentabilidad en el tiempo.
