Producto de los socavones en Quinta Región, todos nos hemos preguntado sobre las responsabilidades ante el catastrófico resultado después de las lluvias en los edificios afectados, que según se ha revelado, se construyeron con permisos que violaron el Plan Regulador Comunal (PRC) de Viña del Mar.
Más allá de cuánto rebote la pelota de un lado a otro, lo lógico es que en este caso sean tanto privados como autoridades los que deban responder, ya que además de saltarse con alevosía la norma, alteraron de común acuerdo, la morfología del suelo para construir en él como si éste fuera plano.
Lamentablemente, los más perjudicados por esta negligencia serán quiénes compraron alguna propiedad en el edificio Kandinsky de Concón, o en el de Miramar de Reñaca y/o en el lujoso condominio de Cachagua, por lo que tendrán que esperar para poder saber qué pasará con su inversión.
Expertos dicen que la medida más certera es evacuar y aislar la zona, pero nos volvemos a preguntar: ¿cómo llegamos tan lejos? ¿qué pasó con la regulación y la ética profesional, que debería lograr imponerse ante los costos asociados a las decisiones comerciales?
La verdad es que aquí más allá de la adversidad del terreno hay profundas faltas a la seriedad, ya que existen ciudades completas como lo es Dubái, que fueron construidas sobre arena y que son un claro ejemplo de lo que se puede llegar a conseguir cuando el enfoque tienen un respaldo financiero y una lógica de innovación, que hasta incluso, logra luchar en contra de la invasión del desierto que sufre esta localidad.
Así, si Dubái tiene éxito y no es engullida por la arena, sus soluciones podrían replicarse y ser desarrolladas para lograr un gran impacto a nivel mundial. Esto es lo que sería el paralelo de nuestra tecnología en términos de sismo. Tecnología que con tanto orgullo hemos exportado a diferentes países y que se ha ido perfeccionando. Por lo cuál, podríamos deducir entonces, que el factor humano para desarrollar respuestas a la altura de los desafíos debería estar a la mano: ¿no?.
En definitiva, podemos intuir que el mayor problema aquí es que en Chile estamos acostumbrados a correr la línea de las normativas, por tanto, se traduce en errores de idiosincrasia que sólo se buscan revertir cuándo la tragedia ya está instalada y el agua hasta el pescuezo, porque tampoco se han aclarado las faltas de seguimiento, fiscalización y mantención obligatorias, dónde también existen responsabilidades con fines preventivos.
Pues bien, le tocará a la alcaldesa como superiora del DOM, al Seremi de Vivienda y Urbanismo de la V Región y a la Contraloría General de la República, hacerse cargo y generar las medidas correctivas correspondientes, ya que en este barco, nadie puede desentenderse de haber estado al tanto de que esos edificios aislados en altura, por norma no se debieron construir en el sector V3 del PRC de Viña del Mar.
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