La crisis hídrica por falta de lluvia ha llevado a las autoridades a pedir a la población el máximo ahorro de agua posible, incluso para lavarse los dientes.
Por Leonardo Núñez
La crisis hídrica que afecta al planeta no discrimina ciudades. Ahora fue el turno de la moderna Nueva York que sufre su peor sequía en 150 años, pese a estar en inicio del invierno.
Esto llevó a las autoridades a implementar medidas para moderar el consumo de agua entre sus habitantes. Conocidas como “vigilancia por sequía”, abarcan niveles de advertencia que van desde progresivos hasta emergencia y desastre.
Por ejemplo, se ha pedido a la población tomar duchas más cortas, reparar llaves que gotean, o cerrarlas mientras se cepillan los dientes o lavan los platos. También se solicitó evitar el uso innecesario de agua para limpiar las aceras.
El principal problema de la ciudad es que apenas se han registrado lluvias, debió a un patrón climático anómalo, conocido como “sequía repentina” o flash drought. Éste surge de la combinación de la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas. Solo en octubre cayeron apenas 0.02 centímetros de lluvia en Central Park.
Nueva York es la ciudad más poblada de Estados Unidos. Y utiliza en promedio unos 4.800 millones de litros de agua al día.
Sin embargo, la escasez de lluvia no es un problema exclusivo de la “gran manzana”. Casi la mitad de Estados Unidos ha enfrentado sequías repentinas en los últimos meses. La racha seca de Washington, una de las cuatro más largas registradas, ha llegado a cuatro semanas.
Además de afectar el transporte fluvial en el río Misisipi, estas condiciones climáticas incrementaron la incidencia de incendios en el Medio Oeste y la Costa Este.