
Por: Alejandra Tapia, arquitecta coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025.
Durante años hemos trabajado colaborativamente en la creación de normativas para la gestión de residuos, incluso un reglamento que aún no sale a la luz, Acuerdos de Producción Limpia, actividades de difusión, modelos de negocio, consultorías y otras iniciativas.
Aún así, nos faltaba formar un ecosistema para implementar la valorización de residuos con un foco territorial, que sea replicable y adaptable a distintas regiones. Por ello, aprovechamos la oportunidad y postulamos junto a Corfo, el Gore RM, la CDT y la CChC, al concurso del Banco Internacional de Desarrollo (BID), “Crecimiento económico, Nichos de Mercado”, al que fuimos seleccionados entre 162 proyectos de Latinoamérica y el Caribe, con un monto cercano a los USD 270.000.
Hoy, con la Red de Economía Circular en Construcción (Red ECC), damos un paso decisivo, con una gobernanza activa y metas claras. Así, avanzamos hacia las metas de la Hoja de Ruta RCD Economía Circular 2035 (2020) y las acciones de la Estrategia de Economía Circular 2025 (2021).
La gobernanza de esta iniciativa es un espacio de articulación, donde actores públicos, privados, técnicos y territoriales, trabajan bajo una visión común: habilitar inversiones verdes, promover compras sustentables y generar pilotos replicables que demuestren que la circularidad en construcción es viable, rentable y necesaria.
La clave está en la colaboración. Ningún actor, por más comprometido que esté, puede transformar por sí solo un sector tan complejo y fragmentado como el nuestro. La Red ECC articula ministerios, gremios, gobiernos regionales, municipios, empresas, academia y organizaciones técnicas para abordar de manera integral las brechas normativas, de inversión, de gestión y de cultura colaborativa.
Esto no es un proyecto acotado a Santiago; es un modelo territorial escalable que busca conectar a generadores y receptores de materiales, crear vasos comunicantes entre comunas y regiones, y abrir nuevos nichos de negocio basados en la simbiosis industrial.
Los beneficios son claros: menos disposición en vertederos ilegales, más materiales reincorporados a la cadena productiva, empleo local, y una industria más competitiva y alineada con estándares internacionales. Pero también hay desafíos que no podemos minimizar: falta de infraestructura de valorización, escasez de datos confiables y marcos normativos que deben modernizarse para habilitar la reutilización de materiales.
Avanzamos con la convicción de que la economía circular no es solo una respuesta ambiental, sino una estrategia de desarrollo sostenible que optimiza recursos, reduce costos y abre oportunidades de negocio. En ese sentido, esta gobernanza es la palanca que nos permitirá avanzar de forma coordinada, midiendo resultados y escalando aprendizajes.
Hoy, más que nunca, necesitamos que empresas, autoridades y comunidades se sumen a esta transformación. La circularidad en construcción es un proyecto país y el momento de construirlo juntos, es ahora.