La investigadora Katherine Campos comentó que esta problemática se relaciona con la materialidad de las viviendas. “Tanto un incendio domiciliario como uno forestal pueden extenderse mucho más allá”, aseguró.
Por: Renato Herrera Lagos
A raíz de los incendios en el sur, Katehrine Campos, investigadora del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) se refirió a la problemática que se desarrolla en asentamientos rurales y/o campamentos del país que son proclives a sufrir los estragos de incendios forestales.
Tras la realización del informe solicitado por Techo, el documento da cuenta de la vulnerabilidad de los campamentos a lo largo del territorio chileno y donde la Región de Ñuble concentra la zona más expuesta a focos de incendios.
Katherine Campos Knothe, Investigadora CIGIDEN y candidata a Doctora en Sociología UC señala si hablamos de la colaboración del informe con Techo respecto a la importancia de levantar información sobre territorio e identificación de amenazas, riesgos en comunidades, señala que “El informe “Exposición a amenazas y vulnerabilidad: la continua emergencia en los campamentos en. Parte 1” realizado por TECHO-Chile (2022) y que contó con la colaboración de CIGIDEN, tuvo por objetivo identificar las principales amenazas a las que están expuestas los campamentos. Los campamentos por ser asentamientos considerados como “informales” no cuentan con una caracterización de amenazas y riesgos tan específicos, y dado que son asentamientos que tienden a ubicarse en zonas de riesgos o en terrenos aledaños, se hacía relevante contar con un documento que entregará información más concreta al respecto”.
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Asimismo, la investigadora UC advierte que TECHO-Chile cuenta con una experiencia de larga data trabajando con estos asentamientos, y manejaban algunos datos respecto al auto reporte que hacían habitantes de campamentos sobre desastres a los que se habían sentido expuestos. “eso coincidió con el tema de mi investigación doctoral donde he estado trabajando en torno a cómo se gestionan y cómo son las amenazas cotidianas con las que conviven las personas que viven en campamentos, lo que se vincula directamente con las condiciones socio materiales en las que desarrollan sus vidas. Este punto de diálogo en común dio pie a la idea de armar un documento de reflexión sobre esta materia, pero que luego gracias al trabajo del Centro de Estudios Socio territoriales (CES) de TECHO-Chile, se transformó en un informe donde además de los datos auto reportados por habitantes de campamentos, el CES nutrió el documento con datos tomados desde diferentes instituciones que permitió mapear los diferentes riesgos a los que se exponen los asentamientos de la zona centro-norte del país”, señala.
Una segunda parte del informe, abordará la situación de los campamentos de la zona centro-sur. La colaboración consistió en aportar como investigadora de CIGIDEN con una reflexión teórica sobre este tema y la revisión de las dimensiones sociales consideradas como relevantes para plantear la caracterización de vulnerabilidad al riesgo que se aborda en el documento.
Concretamente sobres el peligro de los campamentos en la Región de Ñuble, la investigadora se refirió a que el estudio determinó que “un 54% de los campamentos ubicados en la Región de Ñuble presentan o indican, por reportes de personas que habitan ahí, que han estado más expuestos a incendios forestales”.
El informe antes mencionado no cuenta aún con una caracterización acabada de la región de Ñuble, eso viene en la segunda parte del informe. Pero lo novedoso que tiene este informe es que no sólo cuenta con información de estudios de riesgos de diferentes fuentes, sino que también cuenta con datos autoreportados por habitantes de campamentos, y eso para mí como investigadora es muy relevante, porque los análisis de riesgos tienden a no considerar cómo lo experimentan las personas que habitan los territorios.
“En este sentido, en un 54% de los campamentos de Ñuble autoreportaron haber presentado o haber estado expuesto a incendios forestales. Aún hay que esperar datos más completos de la parte 2 del informe para sacar más conclusiones, pero por ahora sí se puede decir que la zona de Ñuble es una región cuyos núcleos urbanos han crecido hacia las zonas rurales, yo soy ñublensina y lo urbano y lo rural conviven de forma muy estrecha en esta región. Lo anterior, implica que los campamentos tienen a estar ubicados en zonas de interfaz o cercanas a ellas, lo que los hace más expuestos al riesgo de incendio”, advierte la investigadora.
El documento también plantea cifras que hablan de un déficit en la calidad de vida, ya que “hoy en Chile tenemos una situación bastante compleja en términos habitacionales”, comentó Campos. Asimismo, señaló que el plan de emergencia habitacional que impulsa el Gobierno de Gabriel Boric busca responder a cifras cuantitativas que no se observaban desde hace varios años.
El plan de emergencia habitacional del gobierno me parece clave para abordar el déficit cuantitativo de viviendas y es un buen plan, considero que el gobierno está abordando de buena forma el tema. Este tipo de déficit se ha incrementado tremendamente si nos comparamos con la década de los años 90’ donde también fue muy alto. Ahora bien, desde mi experiencia de trabajo con el problema de la falta de vivienda, es necesario abordar el déficit cuantitativo y el déficit cualitativo de vivienda.
“El déficit cualitativo tiene que ver con las condiciones en las que se habita, el acceso a servicio básicos, materialidad de las viviendas, la existencia de espacio suficientes para los habitantes del hogar, es decir, que no haya hacinamiento, así como también las condiciones del entorno de la vivienda. Por esta razón, considero apropiado el enfoque de trabajar con el déficit cuantitativo de vivienda en el plan de emergencia habitacional, pero considero relevante no perder de vista el trabajo en el déficit cualitativo, hay que trabajar en las dos líneas, para que uno no incremente al otro. El abordaje de la dimensión cualitativa, desde mi punto de vista, es clave para reducir el riesgo de desastres desde esta dimensión microsocial y reducir la vulnerabilidad vinculada a las condiciones de habitabilidad”, indica la investigadora.
Acto seguido, Katherine Campos añadió que “también tenemos un déficit cualitativo de viviendas, que no es menor”. “Tiene que ver con las condiciones sociomateriales bajo las cuales viven las familias: la materialidad y el tema del hacinamiento, que también van condicionando algunos elementos que los hace estar más expuestos a que un evento los pueda afectar de manera negativa”, planteó.
Respecto a los factores social que inciden en el riesgo de desastres en campamentos chilenos, el informe plantea que existe una dimensión social que se debe visualizar, ya sea ligadas a las características de la población y grupos específicos que habitan en campamentos, así como también las relaciones y vínculos organizativos generados al interior de estos. Al respecto, el catastro aporta datos respecto a la cantidad de familias migrantes, la presencia de niños y niñas menores de 14 años y la organización comunitaria.
Según fuentes de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), y como se describe en el gráfico, en Chile, entre el período 1964-2022, el peor año con daños provocados por incendios forestales (Hectáreas quemadas), corresponde al año 2017 con 570 mil hectáreas.
Solo en lo que va de esta temporada ya van más de 300 mil hectáreas quemadas, lo que pronostica que este año se puedan batir récords en la materia.
Ya sea por motivos de cambio climático o de intencionalidad, el tema es más que preocupante. Se han cobrado vidas y los brigadistas se encuentran sobrepasados.
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