El sector inmobiliario rural en Chile enfrenta un escenario cambiante y desafiante en 2024, marcado por un descenso en la demanda y nuevas regulaciones que complican el desarrollo de proyectos.
Por Pao Castelli Tribes y Tomás Rodríguez Botto
La directora general de EntreValles Propiedades, Alejandra Guzmán, junto a otros actores del sector, han compartido sus perspectivas sobre el futuro de este mercado.
Guzmán enfatiza que para aumentar la demanda y los proyectos en el ámbito rural, es crucial ofrecer terrenos de alta calidad y cercanos a grandes ciudades. “La clave es ofrecer algo tan atractivo que las personas prefieran optar por parcelas amplias en lugar de apartamentos pequeños en Santiago”, indica. Según su experiencia, las localidades más buscadas son Casablanca y María Pinto, que ofrecen entornos tranquilos y bellos, a solo 50 minutos de Santiago.
Por su parte, Diego Palma, abogado de la Inmobiliaria Chicureo, opina que, si bien el mercado de las parcelas sigue en auge, la regulación se ha vuelto más compleja y onerosa. “La demanda se ha mantenido sostenida, a pesar de la incertidumbre regulatoria. Sin embargo, estamos trabajando para avanzar en la creación de normas que garanticen la seguridad de los compradores y desarrolladores”, explica.
La tendencia observada en los últimos años muestra que, tras la pandemia, muchas personas que se habían trasladado al campo comenzaron a regresar a las ciudades, afectando la demanda en el sector rural. Según Jorge Muñoz, gerente de proyectos de EntreValles Propiedades, “para nosotros, la demanda ha disminuido entre un 25% y un 30% este año, lo que afecta nuestras perspectivas de futuro”.
A pesar de las dificultades, la necesidad de espacios de vivienda está presente. Las áreas de mayor interés se encuentran en la zona centro y sur del país, especialmente en lugares como Puerto Varas y Puerto Montt. “La mayoría de las personas que compran terrenos hoy lo hacen con la intención de establecer su vida allí, más que como una segunda residencia”, agrega Muñoz. Esto ha generado un creciente interés por contar con servicios básicos y comodidades, como colegios y acceso a infraestructura.
En este contexto, los desafíos que enfrenta el sector incluyen la regulación de parcelaciones, que ha generado desconfianza entre los consumidores. Guzmán menciona que el sector debe trabajar hacia la transparencia y la legalidad. “Estamos comprometidos con ofrecer productos seguros y responsables, evitando los problemas asociados a los loteos irregulares”, afirma.
Felipe Riesco, asesor jurídico de Chile Rural, coincide en que la autorregulación debe ser una prioridad. “Es necesario ajustar la regulación para garantizar que los desarrolladores cumplan estándares mínimos y para proteger a los consumidores de situaciones adversas”, enfatiza.
A pesar de la incertidumbre actual, todos los actores del sector coinciden en que la vida rural sigue siendo atractiva para muchos chilenos. La posibilidad de vivir sin las externalidades negativas del entorno urbano sigue siendo un anhelo poderoso. Mientras se espera que la situación regulatoria se estabilice, el sector deberá adaptarse y continuar ofreciendo opciones atractivas que logren captar el interés de quienes buscan un cambio de vida hacia la ruralidad.
Con un enfoque en la calidad y la comunidad, el mercado inmobiliario rural podría aún encontrar maneras de crecer y prosperar en el futuro cercano, fomentando un estilo de vida más saludable y equilibrado para las familias chilenas.