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18 diciembre, 2023 /

Todos perdimos con el prueba y error constitucional

Luego de que este domingo se manifestara el sentimiento en común a nivel nacional que se traduce, en un agotamiento y hastío generalizado, sin color político, sobre lo que ha sido este Proceso Constituyente, antecedido por lo que todos vimos que pasó con la Convención Constitucional, solo esperamos que sea una lección aprendida para ganadores y para los que no lograron el resultado esperado, para que por fin, logremos pasar a administrar las causas que sí son de mutuo consenso.

Y es que nadie entiende que en total gastáramos 68 mil millones de pesos en el proceso constitucional del plebiscito, que se desglosó en 45 mil millones entre ambos plebiscitos; cerca de 19 mil millones en los convencionales, y; 4 mil más en asignaciones.

En estricto rigor, el primer plebiscito tuvo un costo cercano a los 25 mil millones de pesos, mientras que el de Salida del 4 de septiembre alcanzó los 20 mil millones. En tanto, el último Proceso Constituyente proponía un presupuesto más austero, con una cifra aproximada de seis mil 400 millones de pesos y donde cada uno de los 50 consejeros electos recibiría $3,7 millones al mes, pero estuvo lejos de poder cumplir ese reajuste.

Ahora, respecto a lo que nos convoca, por su parte, el ministro Carlos Montes, respecto a meta sugerida por el Gobierno de otorgar 260 mil viviendas durante su período, detalló que a la fecha se han entregado 92.093 viviendas, mientras 125.191 se encuentran en ejecución y otras 82.649 ya están aprobadas para pasar a la etapa de construcción, logrando cerrar este 2023 con un 35,4% del Plan de Emergencia Habitacional.

Estos números llevaron a centrar la discusión del presupuesto 2024 en los fondos destinados al PEH, el que presenta dineros por $57.892 millones, llegando a una variación positiva de un 24.0%, respecto del presupuesto de este 2023, para lograr la meta. Es decir, casi 10 millones menos de lo que costó todo lo que hemos gastado en los plebiscitos de cara a cambiar la nueva Constitución.

Es cierto que las reglas marcan el bienestar social, sobre todo las que hacen hincapié al bienestar económico, pero ¿cuánta incertidumbre hemos desarrollado en este período? ¿Cuánta inversión hemos perdido? ¿Cuántas oportunidades de ponerle foco a lo urgente e importante hemos dejado pasar para poder subvencionar las reglas que quedarán exactamente igual que las que ya tenemos?… ¿Era necesario?

Ahora debe venir, entonces, las certezas que necesitamos para poder repuntar, como país, de la mano del desarrollo de proyectos y de ponerle foco a la inversión, que logre sanar tanto gasto en estos ejercicios de prueba y error que no dejó ningún remanente para poder una crisis habitacional y económica sin precedente.

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