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31 marzo, 2024 /

La vida campestre y restricciones normativas: nuevo desafío inmobiliario

Por: Eduardo Ricci Burgos, Abogado de Negocios COHLERS + Partners

Mucho se ha dicho de los efectos negativos que ha traído todo el creciente proceso de parcelaciones a la luz de la normativa actual. Se efectuaron interpretaciones y se dieron directrices a las autoridades competentes para frenar la supuesta extinción de terrenos de uso agrícola; pero nada se ha dicho de las ventajas que tiene vivir en el campo en este tipo de inmuebles y sus implicancias en el negocio inmobiliario.

En suma, se adoptó un enfoque basado en la cantidad, en vez de la calidad. Es innegable reconocer, sobre todo después de la pandemia, que ese tipo de vida ofrece una serie de beneficios que pueden ser muy atractivos, sobre todo luego del reconocimiento del teletrabajo.

En Chile, las parcelas de agrado son terrenos rurales destinados principalmente al descanso y recreación, así como a actividades relacionadas con la agricultura o la vida campestre. Aquí entonces, hay algunos de los beneficios principales de la vida campestre.

Primeramente, el campo suele tener aire más limpio y menos contaminación que las áreas urbanas. Además, el entorno natural es más tranquilo y pacífico, proporcionando un ambiente menos estresante, pues suelen tener también menos tráfico y congestión que las ciudades, lo que puede significar menores tiempos de viaje.

Las áreas rurales tienen más espacio abierto y menos densidad de población, lo que significa tener más privacidad y espacio personal. Vivir en el campo significa estar más cerca de la naturaleza, disfrutar de paisajes, observar la vida silvestre y participar en actividades físicas al aire libre permitiendo un estilo de vida que promueve hábitos más saludables, acceso a alimentos frescos y orgánicos, siendo más fácil mantenerse en forma y saludable, incluso si se desea incursionar en la agricultura o en vivir de forma más autosuficiente, el campo ofrece oportunidades para cultivar los propios alimentos, criar animales y vivir de manera más sostenible.

En otro orden de ideas, los costos de vida suelen ser más bajos que en la urbe, traduciéndose en precios más bajos de la vivienda, alimentos y otros servicios, beneficiando el bolsillo. Pero para quienes prefieren un argumento social, las comunidades rurales tienden a ser más pequeñas y estrechamente ligadas, fomentando relaciones más sólidas entre los vecinos. Paradojalmente, se puede experimentar un sentido de comunidad más fuerte, que en las urbes.

Vivir en el campo proporciona un cambio de ritmo, un entorno natural y una calidad de vida muy atractiva para los que buscan escapar del ajetreo y el bullicio de la vida urbana, con el consecuente beneficio para la salud.

Entiendo que proyectos inmobiliarios de grandes dimensiones en suelo agrícola generan impactos negativos al medio ambiente altamente difundidos, pero siempre es más fácil decir que no. Creo que se puede llegar al concepto de una “ecoparcela” que cumpla adecuadamente con todos los intereses y en los que puedan desarrollarse proyectos que vayan acordes a la conservación y la ecología, sustentables, pero también de la mano de la salud y del desarrollo humano, sin trabar el negocio inmobiliario.

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