Por: Carlo D´Agostino, presidente de Proptech Chile
Los principales actores de la industria inmobiliaria han respondido a la era digital con una mirada que está yendo mucho más allá de la construcción de edificios. Una transformación profunda cimentada en la tecnología y la innovación, vino a cambiarle la cara a una industria de vasta tradición que responde a las necesidades de sus clientes y a las demandas globales.
Por lo que ser testigo y artífice de los pasos que estamos dando hacia un futuro más sostenible no sólo me llena de orgullo, sino que renueva las fuerzas. La evolución sostenible que ensalzan los criterios ESG es la única manera de responder con mano firme al cambio climático, la escasez de recursos y el crecimiento de una población que sólo en Chile, se enfrenta a un déficit habitacional que supera el millón de viviendas.
Cifras como está no son meros retos. Los números tejen el lienzo sobre el cual estamos pintando el nuevo escenario, uno donde la sostenibilidad y la productividad son parte de la paleta. La eficiencia energética y los espacios verdes, también son parte del cuadro local, ya que aportan trazos certeros hacia la edificación de comunidades inteligentes y conscientes.
Vestidos de innovación y tecnologías de innovación, quienes nos movemos en el ecosistema inmobiliario sabemos que erigir edificios inteligentes, que se adaptan y responden a sus usuarios, es la mejor técnica para construir un mundo mejor para todos. Sólo así podremos acelerar la reducción de la huella ambiental, mejorar la calidad de vida de las personas y llevar a Chile a convertirse en un referente en la región.
Pero no podemos detenernos aquí. La construcción sostenible que impulsamos nos desafía a ser creativos y audaces, imaginando edificaciones impresas en 3D a partir de materiales reciclados; sistemas de reutilización de agua, y; generación de energía limpia que responden a los gritos de un planeta cuyos recursos hemos sobreexplotado durante siglos.
Por eso, modelos de negocio emergentes que invitan al trabajo mancomunado, el estilo de vida activo y el fortalecimiento de las comunidades, se han convertido en baluartes de la industria.
No obstante, toda inversión requiere de condiciones mínimas para su desarrollo: políticas públicas que respondan en forma idónea; una ciudadanía educada y comprometida con el cambio; y espacios que faciliten la generación de propuestas innovadoras.
Finalmente, la industria inmobiliaria tiene en sus manos el cincel para diseñar el futuro que todos queremos, por lo que todos debemos sumarnos a la búsqueda de ampliar la gama de materiales con los que estamos construyendo el mundo y que merecen las nuevas generaciones.