
Por: Andrea Díaz, Gerente de Marketing y Directora MI Mujeres Inmobiliarias.
La crisis inmobiliaria que estamos viviendo en Chile es un fenómeno sin precedentes. En mis 17 años en el sector, jamás había presenciado un escenario tan desafiante como el que estamos enfrentando. Las tasas de interés altas, las restricciones en los créditos hipotecarios, la inflación y un entorno político incierto han golpeado con fuerza la demanda de viviendas.
A todo lo anterior, se le suma la complejidad regulatoria, que lejos de incentivar, está frenando el desarrollo de proyectos y afectando la confianza tanto de inversionistas como de compradores. Las ventas de propiedades bajo las 4.000 UF, que históricamente han sido el motor de la industria, enfrentan obstáculos cada vez más difíciles de superar.
Hoy en día, el comprador actual es más informado, más analítico y, sobre todo, más cauteloso. Antes de tomar una decisión, se toma el tiempo de revisar múltiples opciones, comparar precios, analizar formas de financiamiento y buscar referencias. Este cambio en el comportamiento del consumidor, ha transformado radicalmente la forma en que se venden las propiedades y lo sabemos.
Más allá de hablar en esta columna solo de marketing y ventas, creo que para avanzar más allá de todas las estrategias que podamos crear, se necesita más ayuda, y es el hablar fuerte y claro y comunicar a nuestro cliente, ¿saben los chilenos lo que esta pasando?; ¿entienden que el rubro esta en caída?.
Más allá de las estrategias de marketing y ventas, la crisis inmobiliaria está generando un impacto mucho mayor en la economía del país. El cierre de constructoras, la quiebra de inmobiliarias y la pérdida de empleos están afectando a miles de familias y empresas. El sueño de la casa propia, que durante años fue una meta alcanzable para muchos chilenos, se está convirtiendo cada vez más en un sueño lejano. El mercado se está tornando inaccesible para una gran parte de la población y el sector enfrenta una presión creciente, por encontrar soluciones que reviertan esta situación.
Es urgente que comuniquemos de manera clara y efectiva lo que está ocurriendo. Es necesario poner en evidencia los problemas que enfrentamos, las consecuencias de la falta de gestión y la urgencia de adoptar medidas concretas. El Estado tiene que tomar cartas en el asunto y ofrecer soluciones rápidas para dinamizar el mercado.
Es fundamental implementar incentivos tributarios, facilitar el acceso a subsidios habitacionales, agilizar los permisos y fomentar la innovación en la construcción. Además, la colaboración público-privada es clave para que esta industria vuelva a estar en pie.
Es un desafío colectivo que nos afecta a todos: constructores, compradores, trabajadores y familias chilenas. La solución solo será posible a través de un esfuerzo conjunto, donde tanto los privados como el Gobierno, debemos aportar para que el mercado inmobiliario vuelva a ser accesible. De no tomar acciones, las consecuencias seguirán siendo devastadoras para un sector y para el desarrollo del país. Solo con trabajo en equipo y compromiso podremos superar este desafío y devolverles a los chilenos la posibilidad de cumplir el sueño de la casa propia.