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12 noviembre, 2025 /

Avanzar hacia la economía circular: de escorias a material de construcción

Por: Alejandra Tapia, coordinadora de Sustentabilidad de Construye2025.

La publicación de la nueva norma chilena NCh3894:2025 marca un antes y un después, en la forma en que entendemos los residuos de la minería y su potencial en la construcción. Por primera vez, nuestro país avanza en un marco normativo para los áridos y su uso en la construcción, prueba de ello, son las normas técnicas que ha desarrollado el Instituto de Normalización Nacional, para clasificar, caracterizar y orientar el uso de escorias de fundición de cobre como áridos artificiales.

No se trata solo de una norma, sino de una señal concreta de que es posible avanzar hacia una industria más sostenible, resiliente e innovadora, porque vivimos en un contexto de crisis climática con una presión cada vez mayor sobre los recursos naturales. No es sostenible que hoy en día la humanidad siga consumiendo casi dos planetas en recursos al año.

Así, dado el contexto anterior, es urgente actuar con acciones concretas e innovación, donde la economía circular se presenta como una de las herramientas más poderosas para lograrlo. La articulación entre sectores permiten aprovechar enormes oportunidades y sinergias entre sectores –minería, construcción, academia, centros tecnológicos y políticas públicas– ya no es deseable, es urgente.

Por ello, vemos esta norma como un hito estratégico. Permite habilitar la recuperación de residuos industriales, mitigar pasivos ambientales y ofrecer una alternativa concreta para reducir la extracción de áridos naturales, práctica que en muchos casos ha generado graves impactos en lechos de ríos, ecosistemas y patrimonio natural como arqueológico. Además, esta normativa entrega una base para el desarrollo de nuevos productos y aplicaciones, contribuyendo a la innovación y a la diversificación del mercado de materiales.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Esta norma entrega orientaciones generales, pero no establece requisitos específicos para aplicaciones como pavimentos, bases o sub-bases. El desafío ahora es avanzar en regulaciones más detalladas que permitan su implementación segura para el medio ambiente y las personas, así como también su aplicabilidad.

Aquí es donde la colaboración se vuelve clave: necesitamos que la academia, las empresas y los centros tecnológicos trabajen en conjunto en investigación, desarrollo e innovación aplicada para desarrollar nuevas soluciones y productos de la mano con la industria y escalables en el mercado.

La experiencia de la Corporación Alta Ley ha sido ejemplar en este proceso, no solo impulsando normas técnicas, sino también, articulando con visión y compromiso iniciativas de innovación con enfoque ambiental y de mercado. Este tipo de liderazgo debe multiplicarse si queremos acelerar la transformación del sector, donde las escorias de hoy pueden ser la base del desarrollo de mañana.

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